LA PALABRA Y LA IMAGEN

PREFACIO EDITORIAL


Las Sagradas Escrituras se han arraigado en este mundo. Desde hace muchos años la Biblia continúa siendo el perenne best seller universal. Esta obra ha sido traducida a más de 1800 idiomas y ha sido continuamente estudiada y se han hecho un sinnúmero de comentarios sobre ella. Sin embargo, un aspecto singular de este fenómeno es que este libro, que ha acompañado a la humanidad por centurias, sigue existiendo como mero texto, pero careciendo de una tradición bien establecida en cuanto a imágenes ilustrativas.


Por qué la Palabra y la ilustración no se acompañan armoniosamente? Acaso esto se remonta a la antigua prohibición de representar al Creador? Quizás esto una vez fue cierto, pero pasaron casi 2000 años desde que el que naciera en Belén levantara esta prohibición trayendo a la tierra la imagen de lo inimaginable. Podría pensarse que con el pasar del tiempo hemos perdido la capacidad de recrear hechos bíblicos y que los Textos Sagrados deben ahora conservarse como una colección de palabras que suscitan imágenes sólo en nuestra imaginación.


Muchos artistas (como Albrecht Durero, Gustavo Doré, Julius Schnorr von Karolsfel y otros) han buscado inspiración en la Santa Biblia. Sus obras, sin embargo, siempre han conllevado la clara impronta de la percepción personal del artista y de su estilo.


Ni siquiera la memoria colectiva de los pueblos y de las comunidades religiosas han podido preservar su memoria histórica y reunir definitivamente la Palabra y la imagen. Para complicar aun más las cosas subsiste el hecho que muchos pueblos que participaron en los acontecimientos Bíblicos, como los caldeos, los cananeos y los fenicios, han desaparecido.


El Pueblo del Libro – el Pueblo de Israel – único sucesor sobreviviente y testigo de estos acontecimientos, ha visto su cultura y su visión irreversiblemente transformados a lo largo de los milenios, desde su Diáspora. No obstante ellos también mantienen su antigua prohibición de representar imágenes.


La Iglesia mundial ha viajado como un barco por el mar del tiempo y ha creado su propio canon de la Imagen. En primer lugar ella conserva los íconos. Por supuesto que las costumbres y las culturas locales de los pueblos han subido al barco, dejando su impronta indeleble en este canon. Solo recientemente, desde el advenimiento de la ciencia arqueológica, se ha intentado introducir un realismo más estricto que refleje los hechos y lugares bíblicos.


El fluir del tiempo nos ha privado de la posibilidad de ver como ocurrieron realmente los sucesos descritos en la Biblia. La arquitectura moderna ha introducido cambios que han vuelto irreconocibles muchos de los Sitios Sagrados; edificios modernos ocultan los antiguos.  Las rutas de las caravanas se han olvidado y los paisajes han cambiado para siempre.


Pero la Divina Providencia no ha permitido que la cadena de testigos se haya interrumpido por completo y nos ha provisto de herramientas para preservar nuestra memoria visual. Este testigo no se doblega ante la civilización técnica que acaba sin piedad con nuestro pasado. Este testigo es la fotografía, inventada justo antes que la civilización invadiera la Tierra Santa.


En hebreo, el primer idioma de la Biblia, para decir “fotografía” se utiliza el término “Tzilum – צילום” que proviene de la raíz “Tselem – צלם” que significa “imagen” Esto es lo que encontramos al comienzo del Libro de Génesis: “Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza”. Así es como el hombre, el custodio y la imagen de la creación, fue creado.

El registro fotográfico de la vida y los lugares del Cercano Oriente surgió hace más de ciento setenta años. Simultáneamente comenzaron la colección, clasificación y el estudio de dichas fotografías.


Desde el mismo momento en que se tomó la decisión de publicar la Biblia ilustrada con fotografías los editores se han enfrentado a menudo con preguntas de muy alto nivel. La respuesta a tales preguntas, dada la singularidad del proyecto, solo puede ser obtenida mediante la participación de estudiosos internacionalmente reconocidos, así como la consulta a documentos de archivo, las búsquedas arqueológicas y en cuantiosas fuentes literarias, investigaciones arqueológicas y en abundantes fuentes literarias, que figuran en la “Bibliografía” (incl. 79 ítems) de la versión impresa de La Nueva Biblia Foto- Ilustrada.


Los editores recibieron cientos de miles de fotografías provenientes de archivos de la iglesia, como también de colecciones privadas y de casas editoriales de Alemania y de Israel. Luego de una cuidadosa selección se eligieron unas 1200 fotografías del período 1858-1927. 720 han sido incluidas en la edición completa de la Nueva Biblia Foto Ilustrada, 222 de ellas en el Libro del Nuevo Testamento. Esta obra ha sido muy apreciada por Cirilo, el Patriarca de Moscú y de Todas la Rusias.


La versión electrónica de la Nueva Biblia Foto- Ilustrada incluirá, en los próximos dos años, unas cuatro-cinco mil fotografías antiguas tomadas en los Lugares Santos, permitiendo así ilustrar todo el volumen de las Sagradas Escrituras. Al día de hoy esta Biblia electrónica contiene unas tres mil fotografías.


Debe mencionarse que en la compilación de la Nueva Biblia Foto- Ilustrada los editores han deliberadamente utilizado fotografías de Tierra Santa que incluyan a personajes reales ocupados en sus quehaceres cotidianos. El desajuste entre el aspecto de estos personajes y las representaciones de los participantes de los eventos bíblicos (probablemente mínimos, a juzgar por los resultados de las investigaciones arqueológicas) y la falta de referencia a la época en que fue tomada la fotografía no debieran interferir con la percepción del lector. Los editores han intentado presentar, mediante la visualización, a la totalidad de una época anterior al comienzo de un nuevo estadío en el desarrollo de la civilización moderna, sin distraer la atención del lector con la comparación de fechas no asimilables.


Además se asume que el mundo espiritual y material del siglo XIX era mucho más cercano al de los comienzos de nuestra era que nuestro mundo actual del siglo XXI, separado de la era bíblica por dos milenios y por avances tecnológicos gigantescos y, como consecuencia, por un abismo material y espiritual.


Estas fotos están distribuidas por todo el texto bíblico. Se corresponden exactamente a los lugares del texto y aún no siendo artificialmente dramáticas, logran no obstante evocar una sensación muy convincente de la presencia de la historia bíblica.


- He aquí un rebaño de camellos bebiendo de una fuente al alcance de la mano..

- He aquí un bosquecito cerca de Hebrón donde vivían los patriarcas.

- He aquí las cuevas cerca de Jerusalén donde enterraban a los profetas.

- Los pastores cuidan ovejas en el mismo valle donde el joven, pelirrojo David también lo hizo antes de ser proclamado rey.

- Pescadores pescando en el Mar de Galilea en el mismo lugar donde un joven rabino de Nazaret abordó un día un bote de pesca.


Nosotros penetramos en este libro y él nos penetra a su vez. Dios, como siempre, se nos revela donde hay ojos capaces de ver, corazones capaces de sentir y cerebros capaces de entender.

Esta nueva edición de la Santa Biblia quiere recordar a la humanidad que los hechos bíblicos no pertenecen sólo al pasado. La historia está viva y las Sagradas Escrituras continúan a agitar a los hombres y a la historia, dándonos ejemplos visibles en templos, iglesias, rituales y ceremonias. Las Santas Escrituras todavía influencian nuestras vidas partiendo de la Tierra Santa, centro del mundo, hacia todo el universo. Todos somos a la vez testigos y actores en esta vívida historia.

THE TIME WILL NEVER BE OUT OF JOINT



 

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